PETRO: EL ENGAÑO POPULISTA

 Por Jaime Restrepo Vásquez

Se ha repetido hasta el cansancio que es muy difícil sorprender a alguien del actual gobierno nacional diciendo alguna verdad. Los hechos, tozudos, demuestran con holgura la anterior afirmación.

Sin embargo, hasta para los engaños hay límites, esos que el gobierno decidió correr desde la corrupta campaña presidencial.

Eso de engañar a los más pobres, a los más humildes y, por qué no decirlo, a los más ignorantes en cuestiones de política, es de una bajeza sin par. 

Ya hemos visto y oído a Petro darles lustre a sus presuntos logros en materia económica y también, claro está, en esa obsesión que tiene todo comunista de materializar una empobrecedora reforma agraria.

Para él, toda tierra que no esté en manos de los campesinos del «pueblo» —entiéndase partidarios cooptados por el petrismo— es ilegal, mafiosa, paramilitar y todos esos adjetivos que suele utilizar para conmover a sus huestes de resentidos e incautos esperanzados.

En su afán por mostrar resultados, el populista gobierno que padece Colombia decidió jugar sus restos y mentir a esos campesinos que votaron convencidos de que el cambio les permitiría vivir sabroso en sus propias tierras. 

Lo ocurrido en Chimichagua, departamento del Cesar, ilustra sin equívocos el engaño populista de Petro y sus esbirros. El pasado 22 de noviembre el gobierno, en cabeza del presidente, hizo entrega «masiva» de tierras a las asociaciones campesinas de la región.

Pero el evento fue un engaño. La realidad expuesta por el alcalde de Chimichagua, José David Rocha, es aterradora y demuestra lo patético del gobierno Petro. (1)

Resulta que las tierras que la Agencia Nacional de Tierras entregó, todavía no habían sido adquiridas por el gobierno y, sin embargo, decidió, en un acto de engaño y bajeza, oficializar la entrega de esos bienes que no pertenecen al Estado.

Así las cosas, esos campesinos ilusos e ilusionados con ser propietarios de una parcela, no podrán jamás tener un título de propiedad, pues sencillamente fueron estafados por Petro y sus lacayos. 

De hecho, lo que promovió el gobierno Petro en Chimichagua fue una ocupación irregular de predios, lo que obviamente desembocará en demandas y pleitos judiciales que otros gobiernos tendrán que enfrentar.

Seguramente el cálculo es que ya con los predios invadidos, los verdaderos propietarios estarán tentados a vender a cualquier precio para evitarse el viacrucis de recurrir a la paquidérmica justicia colombiana.

Pero otros darán la pelea, defenderán lo que les pertenece, y dejarán el asunto en el limbo social y económico en el que los metió el gobierno Petro. Como lo demuestra la violenta historia de Colombia, semejante arbitrariedad terminará resolviéndose, por desgracia, con la fuerza de las armas.

Es que un gobierno que no es capaz de contratar un almuerzo para sus jóvenes fanáticos, y termina intoxicando a decenas y matando a uno de ellos gracias a la contratación con los más ineptos pero bien conectados con la mafia gobernante, jamás será capaz de hacer algo más que anuncios rimbombantes y engaños populistas.

(1) Carta del alcalde de Chimichagua, Cesar, sobre la engañosa entrega de tierras en su municipio. 



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