Lo que está viviendo hoy Colombia es la segunda parte de la paz, fue lo que compraron todos los que se sometieron a Santos, o sea, todos. Petro es muy elocuente defendiendo su posición, es como si se creyera su propia propaganda y la expresara como un profesor.
La cosa tiene una gracia tremenda, el gran heredero del M-19 acusa al conciliador Duque de haber convertido el Estado en un garavito. ¡Él! Tuvo de canciller a Álvaro Leyva y de ministra a Gloria Inés Ramírez, a las FARC, y ahora el M-19 y las FARC son irreprochables proveedores de paz! La ley contra el hampa, el presidente del pueblo contra el villano Duque. Los que masacraron a los magistrados para destruir las pruebas que hubiera contra los extraditables y dar un golpe de Estado para implantar un régimen de terror ahora usan sus formidables recursos obtenidos mediante la industria del secuestro y el narcotráfico, o más probablemente recursos públicos, para perseguir, a través de la justicia estadounidense, al coronel Plazas Vega, que impuso la ley.
Pero el post de Petro es maravilloso por otras razones: ¡el primer beneficiado de la clemencia es él mismo! Un grupo de secuestradores y asesinos obtiene concesiones de gobiernos presionados por los patrocinadores del crimen y pasan a convertirse en legisladores y diplomáticos, ¡y cuando alcanzan el poder, por su enorme humanitarismo no permitirán que nadie pase su vida en la cárcel sean cuales sean sus delitos! No hace falta decir que no quiere que Julián Gallo Cubillos vaya a la cárcel aunque se demostrara que las acusaciones de violar niños fueran ciertas. ¿Acaso el Estado es un torturador? Figúrense que ustedes son Goya y pintan el cuadro, ¿qué cara tendrían ahí los colombianos? Yo pondría en el centro a Garavito con uniforme militar y bandera comunista, y medallas norcoreanas.
Tengo que tomarlo por otro lado, ¿por qué Hugo Chávez, un golpista populista, optó por el comunismo? Yo creo que es porque es una bien redactada teorización del mal. El fiscal general soviético Nicolái Krylenko criticaba a los jueces que tenían en cuenta consideraciones superiores al interés del partido, y concluyó que si mataban a los culpables los temerían, pero si mataban a los inocentes los temerían más.
Ésa es la lógica de Petro y de todos los comunistas, por eso en ese bando el apoyo al gobierno no tiene fisuras. Los colombianos tienen que aceptar que las minas quiebrapatas y los secuestros y el reclutamiento infantil y las masacres y las bombas y los atentados y las pedreas en las universidades fueron pasos necesarios de una lucha de liberación gracias a la cual tienen a su líder. Una vez en el poder, los malhechores triunfantes dan lecciones de moral, y el pueblo atemorizado asiente, sí, 2 + 2 = 5. Esa intimidación es lo que llaman educación. Los colombianos los temen porque los han visto matar a los inocentes, como en Tacueyó, como en Bojayá. La absurda benevolencia es otra medalla que le pone a su crueldad, porque el verdadero Petro es alguien que trata con un comerciante para quitarle dinero so pena de ser asesinado. Concedamos que no lo haya hecho, ¿no lo hacía el M-19? No ya los militantes, todos los simpatizantes del M-19 asumen esa culpa y demuestran su perversidad apoyando a un presidente que se atreve a decir algo así. ¡Qué cobarde y servil hay que ser para permitirse la ideología petrista! ¿Cómo puede venir un secuestrador a ostentar su rectitud? Es lo que hace un señor criollo de 1700 con sus esclavos, sumisión o látigo.
Pero en fin, en eso consistía la paz. Y hay que pensar en el ejemplo que tienen los colombianos que crecen ahora y en su degradación intelectual. Eso ha ocurrido siempre, el Imperio ruso tenía un gran impulso cultural, y más tierras cultivables y más territorio y más población y más recursos de todo tipo que Estados Unidos o que los imperios alemanes sumados en 1914. Sin la guerra y la revolución habría prosperado a enorme velocidad. La Habana era la tercera capital cultural de Hispanoamérica, después de Buenos Aires y México. ¿Qué es ahora?
Para entender lo que pasa en Colombia hay que partir de eso, de que la paz es el triunfo de los malhechores y que van a seguir oprimiendo a la nación, construyendo poco a poco un régimen como el venezolano o el nicaragüense, que terminan en el cubano, con la característica de que en Colombia los torturadores tienen una larga experiencia. Y no se ve ninguna perspectiva seria de oponérseles.
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